Ha sido un adiós temporal que le mantendrá alejado de los terrenos de juego hasta julio, aunque muchos esperan con ansia su retorno. "Cuando regrese, será bienvenido.
La gente quiere verlo, así sea vendiendo manzanas y naranjas en el estadio", confiesa Roberto Soto, uno de los miles de fanáticos de los Dodgers que soñaba con que su equipo hiciera cosas grandes este año, de la mano del dominicano.Y es que con él al bate, la trayectoria de un equipo que deambulaba sin rumbo hasta su llegada dio la vuelta.
Ramírez aterrizó la temporada pasada para meter a los suyos en la fase final como campeón de su división y este año pulverizó la marca de juegos ganados en casa de forma consecutiva (13 en total) gracias en gran medida a la actuación de su gran estrella.
Además de la notable mejora en el aspecto deportivo, llegó un incremento de las ventas de todo lo que tenía que ver con el brillante jugador de origen dominicano.
De hecho, se había creado en las gradas una sección llamada "Manywood" dedicada al gran bateador, que vendía entradas por 99 dólares (Ramírez luce el dorsal número 99), con derecho a dos asientos en su sección, camisetas e incluso una peluca imitando el particular estilo del jugador crecido en Nueva York.
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